EL CRUCIFIJO NO ES UN ADORNO MÁS SINO EL SÍMBOLO DE LA FE CRISTIANA
VATICANO, 12 Mar. 17 / 06:58 am (ACI).-
En sus palabras previas al rezo del Ángelus dominical, el Papa Francisco invitó
a los fieles a que en Cuaresma se contemple “devotamente la
imagen del crucifijo”, porque no es un adorno más para llevar, sino “el símbolo
de la fe cristiana, es el símbolo de Jesús, muerto y resucitado por nosotros”.
“La cruz cristiana
no es un utensilio de la casa o un adorno para llevar, sino la cruz cristiana
es un recordatorio del amor con que Jesús se sacrificó para salvar a la
humanidad del mal y del pecado”, expresó el Santo Padre a los fieles reunidos
en la Plaza de San Pedro.
En sus palabras previas a la oración mariana,
Francisco reflexionó sobre el Evangelio del segundo domingo de Cuaresma, que
relata el episodio de la Transfiguración del Señor.
Jesús “toma a parte a tres apóstoles: Pedro,
Santiago y Juan. Sale con ellos a un monte alto y viene este singular fenómeno:
el rostro de Jesús ‘brilló como el sol y sus vestimentas se tornaron blancas
como la luz’”.
De este modo, indicó Francisco, “el Señor hizo
resplandecer en su propia persona aquella gloria divina que se podía recibir
con la fe, en su predicación y en sus gestos milagrosos. Y a la transfiguración
le acompaña, sobre el monte, la aparición de Moisés y de Elías, ‘que
conversaban con Él’”.
El Papa explicó que “la luminosidad que caracteriza
este evento extraordinario simboliza su finalidad: iluminar las mentes y los
corazones de los discípulos a fin de que puedan comprender claramente quién es
su Maestro”.
Esta luz, dijo el Papa, ilumina toda persona de
Cristo, quien quiere preparar a los suyos frente a lo que sucederá en
Jerusalén.
“Ahora firmemente en el camino de Jerusalén, donde
tendrá que sufrir la pena de muerte por crucifixión, Jesús quiere preparar a
los suyos para este escándalo demasiado fuerte para su fe y, al mismo tiempo,
anunciar su resurrección, manifestándose como el Mesías, el Hijo de Dios”,
señaló.
“De hecho, Jesús se estaba mostrando como un Mesías
diferente a lo esperado, a aquel que se imaginaban: no un rey poderoso y
glorioso, sino un siervo humilde y desarmado; no un señor de gran riqueza, un
signo de bendición, sino como un hombre pobre que no tiene donde reclinar la
cabeza; no un patriarca con una numerosa descendencia, sino un célibe sin casa
y sin nido”.
“Es realmente una revelación de Dios al revés”,
afirmó el Papa, e indicó que “el signo más desconcertante” es la cruz.
“Pero precisamente a través de la cruz, Jesús
alcanzará la gloriosa resurrección” y que será definitiva. “Jesús transfigurado
en el monte Tabor quiso mostrar a sus discípulos su gloria, no para evitarles
pasar por la cruz, sino para indicar a dónde lleva la cruz. El que muere con
Cristo, con Cristo resucitará. Y la cruz es la puerta de la resurrección. Quien
lucha junto a Él, con Él triunfará”, afirmó.
Francisco dijo que “este es el mensaje de esperanza
que la cruz de Jesús contiene, exhortando a la fortaleza de nuestra
existencia”.
Por ello, animó a los cristianos para que en este
tiempo de Cuaresma, contemplen “devotamente la imagen del crucifijo: es el
símbolo de la fe cristiana, es el símbolo de Jesús, muerto y resucitado por
nosotros. Nos aseguramos de que la cruz marque las etapas de nuestro camino
cuaresmal para comprender cada vez más plenamente la gravedad del pecado y el
valor del sacrificio con el que el Redentor nos ha salvado, a todos nosotros”.
“La Virgen ha sabido contemplar la gloria de Jesús
escondida en su humanidad. Ella nos ayude a estar con Él en la oración
silenciosa, a dejarnos iluminar por su presencia, para llevar en el corazón, a
través de las noches más oscuras, un reflejo de su gloria”, concluyó.
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