domingo, 11 de febrero de 2018

APARICIONES DE LOURDES

Cuando Nuestra Señora se apareció a la niña asmática de la familia más pobre de la ciudad



Durante 5 meses, la Inmaculada Concepción le transmitió en Lourdes una llamada a la conversión

Fue durante 5 meses, entre febrero y julio de 1858: a los pies de los Pirineos, “una pequeña moza” se apareció a la adolescente Bernadette Soubirous, de 14 años, con el fin de transmitirle una llamada por la conversión de los pecadores.
Presentándose como la “Inmaculada Concepción”, la “Señora” invitó al mundo a penitencia y pidió que se construyera un santuario sobre el vertedero en el que acontecieron las apariciones.
Bernadette, la niña asmática de la familia más pobre de la ciudad, se convirtió pronto en objeto de descrédito. A pesar del escarnio y de la sospecha, sin embargo, se mantuvo perseverante en la obediencia que aprendió en la “Escuela de María”, conforme al término usado por el papa Pío XII.
Y fue gracias a su sumisión a las orientaciones de la Señora como brotó en aquel lugar una fuente cuyas aguas dotadas de poderes de curación realizaron casi 70 milagros ya confirmados por la ciencia y por la Iglesia y algunos millares de otros milagros que alegaron experimentar peregrinos.
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La niña transmitió al párroco la petición de la Señora de que se construyera una capilla sobre la gruta. Inicialmente él rechazó el pedido, pero después de un tiempo, la escasa instrucción de Bernadette acabó sirviendo para confirmar la autenticidad de esos eventos sobrenaturales y de los complejos conceptos implicados en ellos.
“Yo soy la Inmaculada Concepción”, había dicho la Señora, según Bernadette. ¿Pero cómo podría aquella pobre niña saber que cuatro años antes había sido promulgado por el papa Pío IX el dogma de la Inmaculada Concepción? ¡Ella ni siquiera sabía lo que significaba la palabra “concepción”!
Las autoridades locales querían impedir a las multitudes visitar el lugar. Intentaban forzar una condena por parte del obispo, que llegó a crear una comisión de investigación. Cuatro años más tarde, sin embargo, las apariciones fueron declaradas auténticas. Y en 1876 la basílica sobre la gruta fue finalmente consagrada.
Gracias a las apariciones en Lourdes, el dogma de la Inmaculada Concepción se difundió ampliamente y ayudó a mejorar la comprensión de la lógica divina al preservar a María de la mancha del pecado.
Bernadette murió en un convento, escondida del mundo, veinte años después de la última aparición. Su cuerpo permanece incorrupto por dentro, aunque con defectos exteriores; durante la tercera exhumación, en 1925, se colocaron revestimientos de cera en su rostro y en sus manos antes de que el cuerpo se trasladara a un relicario de cristal, ese mismo año.
Para los católicos, los santos incorruptos ayudan a contemplar cómo la iluminación divina consigue elevar a un ser humano a un estado de santidad tal que las propias células destinadas al polvo permanecen preservadas.

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